Las unidades marroquíes del ejército franquista eran unidades de choque. Participaban en las batallas siempre en vanguardia, junto con los legionarios. El riesgo era grande, y las bajas en dichas unidades muy altas.
Por esto, no es de extrañar que los moros se encomendaran a todos sus santos, o lo que corresponda en el Islam.
Sin embargo, resulta más inusual que también se pusieran en manos de la Virgen o el Sagrado Corazón.
Muchos de ellos llevaban el pecho cubierto de ‘detentes’, medallas de la Virgen o crucifijos.
Parece que, al llegar a Sevilla, se los colocaron unas muchachas y debieron pensar que ningún mal les podía hacer, y que les traería baraka. O sea, suerte. Llamaban al detente ‘corazón para-balas’.
Su aceptación de los símbolos cristianos fue tal, que en una ocasión trataron de retirar un cuadro de la Virgen en un hospital de sangre donde convalecían soldados moros. Uno de ellos protestó: “No descolgar. Virgen ser buena para todos”.
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