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Bien pudiera parecer que estamos hablando sobre un tema deportivo, pero no, lo cierto es que D. Santiago Bernabeu participó en la Ofensiva de Cataluña formando parte del Ejército Franquista.

La guerra sorprendió a D. Santiago en Madrid, y dadas sus simpatías hacia la CEDA tuvo que refugiarse en la embajada francesa para huir de la represión. Desde ahí consiguió salir de España y, a continuación, pasar a la zona Nacional.

A pesar de sus 42 años, se alistó como voluntario en el Ejército Franquista. Años más tarde confesaría al periodista Juliá García Candau: “En la guerra fui voluntario contra el comunismo y ahora también lo sería”.



Dada su edad no fue asignado a unidades de primera línea. Desempeñó, en cambio, labores de información como cabo oteador donde, tal vez, el mayor peligro que sufrió fue cuando soldados de otra unidad de su propio bando le tomaron por espía y estuvieron a punto de fusilarle.

Estuvo encuadrado en la 150 División, bajo el mando de Muñoz Grandes, y participó en la Ofensiva de Cataluña, donde fue condecorado. Tras un avance por las comarcas leridanas tomó parte en la conquista de Barcelona el 26 de Enero de 1939, entrando con su unidad por la Av. Diagonal.

Luego se pasó 10 años sin rascar bola por tierras catalanas, hasta que consiguió fichar a Di Stefano. Pero eso ya es otra historia…
La llegada del correo al frente era un hecho esperado y celebrado. Todos querían tener noticias de sus familias o amigos. Aunque algún soldado se llevara alguna sorpresa inesperada de vez en cuando.

José María Gárate en su libro Mil días de fuego, cuenta el sofoco que tenía uno de sus soldados al recibir una carta y enterarse de que iba a ser padre a pesar de llevar 10 meses en el frente.



Se trataba de Jesús, el cocinero, que nervioso y titubeante se acerca al teniente Gárate para pedir un permiso al que cree tener derecho. Se muerde las uñas y no puede estarse quieto. Debe ser grave el asunto.

- Mi teniente, dice casi llorando, yo quería hablarle de un asunto mío, porque creo que tengo derecho a que me den permiso para arreglarlo.

Y dice casi llorando.

Trae una carta en la mano y resulta que su mujer le dice en ella que va a ser madre para enero o así, que a lo mejor los Reyes le traerán un hermoso niño…

- Encima con recochineo… Y yo que no la he visto desde hace diez meses…

Lo malo es que su mujer es una santa y él pondría las manos en el fuego por ella. Ahora llora de verdad.

- Trae la carta.

No dice nada de eso. Habla de la vaca preñada y la ventana rota de la cuadra y de su cunada que sale con un mozo.

Como Jesús es analfabeto, se la dio a leer a unos bromistas y para qué quisieron más, le leyeron lo que no pone.

El pobre Jesús les interrumpía:

- Pero si no puede ser… 

Y contaba con los dedos.

- Pues aquí lo dice bien claro, te lo voy a leer otra vez. 

Se lo habían leído despacito tres veces. Y el buen Jesús se mordía los puños. 

Como dice el refrán: “Cuando el diablo no tiene nada que hacer, mata moscas con el rabo”. Y aquí el diablo eran sus compañeros.

Supongo que, siendo Jesús el cocinero de la compañía, tendría a media ración de rancho durante tres meses a los bromistas.

¿Qué menos que eso?
Si hay que ir a la guerra, se va (aunque sea tarde), pero ir a pasar calamidades....

Esto es lo que debió pensar uno de los milicianos valencianos que formaban parte de las milicias del frente de Teruel.



¿Que es eso de ir a la guerra y que no le den a uno permisos y a pasar penurias? Tal sería su enojo ante la falta de permisos y mala comida (y eso que era al principio de la guerra) que escribió al mismísimo Presidente del Gobierno.

¡Esto solo pasaba en nuestra guerra!


Camarada Francisco Largo Caballero

Mi más estimado camarada, salud: Confirmo mi carta en buen estado de salud, lo mismo le deseo para su señoría, que nos ha interesado muchísimo a todos los antifascistas siempre, pero ahora más que nunca por que usted y muchos camaradas que componen el congreso son muy fieles a la causa y aplastar el fascismo.

Camarada Francisco Largo Caballero, yo secretario de las Juventudes Socialistas de Puzol, supongo que usted tendrá conocimiento del pueble ese tan carca, mi misión como secretario era ejecutar a los traidores capitalistas fascistas y preparar el pueblo; una vez hechos mis trabajos en la retaguardia y en dicho pueblo, comprendí que también mi puesto era estar en el frente, por cuyos motivos dejé mi puesto a un seguro y buen camarada. Mi alistamiento fue y sigue siendo batallón “Pablo Iglesias”, a la vez que le deseo mucha salud le hago saber mis deseos por estas líneas, que es el siguiente: Me encuentro de miliciano en ese batallón, primera compañía, primera sección y resulta que en todas las brigadas y batallones se disfruta de permisos y yo en estos meses no he podido tener nunca permiso ni para un solo día, mientras que en la columna vecina de Eixea-Uribes, disfrutan de sus permisos, parece yo noto que en las columnas hay privilegios y tanto para los permisos como para las comidas pues hablando claro, en esta no hacen más que engañarnos, y aquí no somos niños sino hombres comprensibles y justicieros para nuestra causa, pues yo como buen socialista le pongo al corriente que esto no hace más que crear nubes y muy extensas, pues no se oye más que decir de todas las bocas de los milicianos que como ellos no comen igual ni disfrutan de permisos como en las demás columnas que quieren darse de baja. Ahora han empezado aquí los permisos de tal forma que salimos perjudicados y es de la forma siguiente, a los tres meses de estar aquí han dado permiso a un pelotón que se compone, con el sargento y el oficial, de 17 camaradas, han venido casi todos ellos y por que faltan varios de venir del permiso o bien por que se han dado de baja para irse a otras columnas en que haya mejor dirección que en esta o les atienden mejor y por que quieren luchar y no estar parados no han vuelto, pues ahora dice el camarada comandante del batallón José Sellens que los demás no tendríamos permiso hasta que no vuelvan los que faltan y no hay derecho a que los demás paguemos el pato y es más que aquí en dicha compañía el comandante ni tiene ni ha tenido nunca simpatía con los milicianos pues como yo creo que esto trae las consecuencias de que todos los milicianos quisieran darse de baja por lo mal organizado que esta como buen miliciano socialista se lo pongo de aviso para que vea la fórmula de que aquí no se pueda abrir nunca de ninguna manera la boca sin que ninguno se quiera dar de baraja.

Sin más por esta le desea mucha salud y queda por la causa este miliciano y camarada y mande como guste,

Vicente Torremocha 

Lo gracioso es que la carta llegó a Largo de Caballero y este dio orden de que arreglaran el asunto. Supongo que no tendría cosas más importantes que hacer .

Repito ¡Esto solo pasaba en nuestra guerra!