La Guerra Civil
rompió familias. Lucharon hermanos contra hermanos. Padres contra hijos.
Lo hemos oído
tantas veces que suena a tópico, pero es bien real. Tal vez uno de los ejemplos
más destacados es el del General Francisco del Rosal Rico.
Se mantuvo leal a
la República y en los primeros días organizó una columna de milicianos anarquistas
que llevaba su nombre, la Columna Del Rosal, y que operó en el frente de
Somosierra.
Fue el único de la familia que
se mantuvo fiel. Su hermano Antonio y sus hijos simpatizarían con
el bando sublevado.
Antonio se unió
al Ejercito Nacional, donde también alcanzó el grado de General. Su hijo (Antonio
del Rosal y López de Vinuesa, Teniente de Complemento del Ejercito) era
falangista y se quedó en Madrid, donde participó en actividades de la Quinta
Columna hasta que fue detenido en Marzo de 1937. Poco después, en Septiembre sería
fusilado junto con otros 12 compañeros de organización. Su hija Concepción fue
detenida por ‘desafección a la República’ y encarcelada junto a su
marido, Antonio Amaya, en una checa, donde él sería también fusilado.
Así fue la
guerra. Cruel.
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