En la Guerra se pasó de tener todas las luces encendidas continuamente, a no encender ni un farol.
Al principio, en la zona leal a la República era común que cada noche las ciudades estuvieran resplandecientes como un arbol de Navidad, con todas las luces funcionando. Del alumbrado público y de los hogares. En todas las habitaciones. Como si no costara.
El no hacerlo podía hacer que el propietario de la vivienda recibiera la visita inesperada de un grupo de milicianos.
Estos temían que en las sombras de las habitaciones oscuras se ocultaran los 'pacos' (francotiradores) que los acechaban cada noche.
Con el tiempo, la costumbre cambiaría.
El miedo sería otro. Los bombardeos. Entonces lo que se buscaba era no dar una referencia a los aviones sobre donde soltar sus bombas. Así, las ciudades republicanas susceptibles de ser bombardeadas, se sumían en la oscuridad al caer la noche.
Incluso los vehículos, aquellos que tenían permiso para circular de noche, lo hacían con la luces apagadas o con los faros medio tapados.
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